Murió a los 90 años el florense Mario Rubén Montoto, juez bonaerense

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Destacado por su larga y valiosa labor como juez bonaerense y valorado en su entorno debido a sus gestos sensibles y su carácter afable, falleció, a los 90 años, Mario Rubén Montoto, quien fue, asimismo, un hombre de exquisita cultura y una persona a quien no le costaba nada relacionarse en cualquiera de los numerosos círculos de los que fue parte.
Había nacido el 12 de marzo de 1926 en Las Flores, provincia de Buenos Aires. Fue el único hijo del bancario Mariano Montoto y la maestra Rosa Propato.
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional “Rafael Hernández” y se graduó de abogado en la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. No bien egresó de la educación superior, trabajó un tiempo de manera independiente, pero fue en el ámbito del Poder Judicial de la Provincia donde transcurrió la mayor parte de su carrera.
Su tarea en la Justicia comenzó como secretario en un juzgado Civil y Comercial platense, un lugar clave para su formación, pues de allí, rodeado de grandes juristas de la época, extrajo una buena parte de la experiencia que le permitió, años más tarde, desenvolverse con la solvencia y solidez tan propias de él.
En Dolores ejerció por primera vez su rol de juez. Cumplió la función durante largos años, por lo que en esa ciudad logró forjar entrañables amistades. Tal fue el vínculo que lo unió al personal con el que trabajó, por caso, que en 1963, al ser trasladado a La Plata, el grupo de empleados le obsequió un cuadro que dedicaron “al gran juez y mejor amigo”.
Tras su paso por el juzgado, también del fuero Civil y Comercial, Nº 9 de La Plata, fue ascendido a juez de Cámara, cargo que ocupó durante varios años en Lomas de Zamora. Regresó a esta ciudad, a la Sala Primera de la Cámara de Apelaciones, y con esa función se jubiló.
Fue presidente del Colegio de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial de la Provincia.
Igual que le ocurría con todo lo que emprendía, Montoto fue un apasionado de su trabajo; un juez meticuloso que supo argumentar con los más finos detalles cada fallo que firmó.
Casado con María Angélica Raffo, fue padre de tres hijos: Mario -empresario-, Alejandro -contador público- y Adriana -abogada-. Para ellos fue una guía irremplazable, pues supo brindarles siempre su apoyo incondicional y sabios consejos. Tuvo nueve nietos.
Al jubilarse disfrutó de viajar y pasear con su esposa “Chichita”, a quien perdió, con un enorme dolor, en 2014.
La ciudad de Roma, “por su cultura y su rica historia”, solía decir, fue el lugar del mundo que más le gustaba visitar.
Gran lector, fue un amante de la literatura, la música clásica y la ópera; pidió a los suyos un último deseo y así fue cumplido: se fue con “Claro de luna” como música de fondo.

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