Espacios que necesitan mirarse con atención

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En tiempos actuales, los espacios funerarios, o sea los cementerios de fines del siglo XIX y principios del XX, que existen en muchas ciudades, nos parecen ajenos a la idea de sentir y actuar sobre la muerte.
Las primeras tumbas en el caso del nuestro, llenas de epígrafes poéticos y alas angélicas, vidrieras, alegorías e imágenes de duelo, nos parecen de épocas lejanas. Sin embargo, su valor está en que semejan museos al aire libre, de ahí su importancia.. La conservación del Patrimonio funerario, responde a una toma de conciencia a nivel mundial, nacida a mitad del siglo XX y consolidada en la primera década del siglo XXI.
Se han escrito documentos respecto a esto, que dan valor a estos espacios y a los monumentos que en muchos de ellos, son reflejo de la cultura inmaterial funeraria que debe ser estudiada, protegida y preservada. Por otro lado se contempla el valor de algunos espacios como jardines históricos.
El cementerio de nuestra ciudad, con áreas bien delimitadas desde su origen hasta el presente, es un espacio que se debe mirar con atención, en primer lugar, por ser un espacio donde se rinde el homenaje póstumo a los muertos, en segundo lugar, por el tipo de monumentos que se erigieron en otras épocas, que marcan un estilo de construcción y en tercer lugar, porque es un bien patrimonial a preservar, que además permite plantear ciertos interrogantes éticos: ¿es un lugar que podría ser incorporado a un circuito de visitas guiadas? ¿Es un lugar para estudio de monumentos y sus diseños?.
Con los avances que se plantean en nuevos procesos de enterramientos (incineración, urnas) habría también que preguntarse ¿cuál es el futuro que le espera a los cementerios? De ahí que es necesario que se dicten normas, para la puesta en valor de estos espacios, que representan el legado histórico, cultural y religioso que permiten redescubrir un pueblo con identidad propia.
Norma Terán
Comisión de Patrimonio Histórico

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