Para leer – Nuestra historia, en el mes aniversario de la fundación del pueblo de Las Flores
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En el Salón Blanco del Palacio Municipal, se encuentra el cuadro de Don Manuel Venancio Paz, pintado por el dibujante Luciano Ottorino. Don Manuel Venancio Paz, es el fundador del pueblo de Las Flores, que este 25 de Marzo cumple 159 años de su creación, que fue sin grandes ceremonias. Otros vecinos importantes, estancieros como Laureano Ramírez y Tadeo Guevara fueron donantes y fundadores también del nuevo pueblo.
El Agrimensor Adolfo Sordeaux realizó la traza del ejido. En la Estancia “Los Carrizales” don Manuel Venancio Paz, con solo 22 años de edad, con amplio espíritu emprendedor y dinámico, se dedicó a la explotación agrícola e instaló un comercio de ramos generales. Esta estancia fue el asiento del Juzgado de Paz desde 1853 hasta fines de 1857. El casco de este campo está situado a unos 25 Km de la ciudad de Las Flores. Don Manuel Venancio Paz no sólo cumplía la función de Juez de Paz, sino también la de ser el Primer Presidente de la Corporación Municipal desde los años 1856, 1857 y 1858. Hizo construir su casa y un almacén de ramos generales en una quinta, actualmente Sarmiento y Pasteur, que fue demolida en 1983 para edificar el Barrio Empleados de Comercio.
El progreso edilicio fue lento y difícil. Eran ranchos entre pajonales. La plaza principal llamada Del Carmen (hoy Mitre), fue arada y sembrada con alfalfa para combatir las malezas. En 1857, se construyó la primera capilla, un largo rancho ubicado en diagonal donde hoy está la Municipalidad y la Iglesia. El 11 de septiembre de 1858, Don Domingo F. Sarmiento creó la Escuela de Varones y en mayo de 1859 la de Mujeres. La casa de ladrillos más antigua construida frente a la Plaza del Carmen (actual Mitre) fue la de Serapio Rosas, dueño entonces de la Estancia “La Loma Negra”. Así fue creciendo este pueblo que hoy habitamos, con mucho tesón, con esfuerzo, con sacrificios extremos de sus primeros habitantes, que junto a la claridad de ideas de los que iban pensando el futuro, se iba ganando terreno al desierto.
En este mes aniversario, la COMISION DE PATRIMONIO HISTORICO, invita a los vecinos a revisar y rescatar de ese pasado, hechos, elementos, vestigios, costumbres, que es interesante preservar para futuras generaciones. ¡Feliz cumpleaños ciudad de Las Flores!!
Fuente consultada:”el fundador de Las Flores don Manuel Venancio Paz en la Historia”
Autora: Prof. Nora Genaro
NORMA N. TERAN – COMISION DE PATRIMONIO HISTORICO
El alma de un gaucho muerto en esos pagos, cuando los pagos todavía no tenían letra oficial, se asentó en la entrada del pueblo sin bendición. Como la Esfinge en Tebas, sólo que el gaucho muerto no hacía preguntas ni hablaba demasiado; pedía un tributo, un diezmo, como ahora lo exigen los peajes de las autopistas. El finado se había llamado en vida Juan Vicente López o Vicente de López o ―escribió el docente y folklorista Antonio Pagola de la Cruz en Poblaciones criollas en tierras indianas, su libro de 1884― “puede que haya nacido sin nombre, patria ni dios”, pero a partir de sus insistentes apariciones se empezó a nombrar de manera inequívoca: el finado de Las Flores.
El finado de Las Flores cobraba la exacción a los viajeros que llegaban al poblado, a los obreros ingleses que hicieron funcionar el ferrocarril, a los emprendedores que levantaron tiendas y la sucursal del banco. No todos se encontraban al finado de Las Flores cara a cara, pero antes de entrar dejaban su tributo: monedas, comida, bebida, herraduras y facones, cualquier objeto de valor. A medida que la huella de lo que sería la Ruta 3 comenzaba a hacerse más nítida, el finado de Las Flores ya no se contentó con cobrar derecho de paso a quienes entraban al pueblo sino también a quienes viajaban hacia el sur, hacia el desierto, hacia todo aquello que todavía no había sido narrado. La tradición devino en costumbre; la costumbre se perdió. En el siglo XX, ya nadie dejaba su tributo; el finado de Las Flores quedó relegado a libros que, a su vez, quedaron relegados a curiosidad de anticuarios.
Es difícil imaginarse dónde aparecía el finado de Las Flores, dónde había que dejar el tributo exactamente, pero podría aventurarse que un buen punto sería el cruce de las actuales Manuel V. Paz y Jorge Newbery, a unos metros de la Ruta 3 y donde un pequeño monumento señala la entrada a la localidad. Hay un busto de 1956 que homenajea a Paz por el centenario de la ciudad, más adelante una placa de 2006 a propósito del 150 aniversario, “en honor a quienes hicieron y sembraron esta tierra con el compromiso de hacerla grande y próspera”. Ninguna mención al finado de Las Flores, el gaucho muerto en esos pagos cuando los pagos todavía no eran pagos. Los escasos enterados ―camioneros y viajantes experimentados, que saben tanto de rutas como de historias― disimulan el tributo allí mismo, entre la placa y el busto, luego de una parada en la YPF y antes de los miles de kilómetros que los separan de sus destinos.

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